Ante la pregunta -a distintas empresas, clientes y empleados- si el resultado de una empresa en los últimos años había sido satisfactorio, las respuestas eran muy dispares. La pregunta golpea. ¿Cuáles expectativas son depositadas en su empresa? ¿Cuáles son las expectativas que debe cumplir?
El que habla de expectativas, está hablando de futuro, está hablando del porvenir. ¿Qué esperamos de este nuevo año? Todos tenemos una ilusión determinada. Alguien dijo que toda ilusión es un deseo dentro de un camino. ¿Habrá una ilusión común a todos?
Antes de centrarnos en el futuro, debemos echar una mirada al pasado. Recordar. Todas las palabras que contienen las palabras cor, car, cuer, etimológicamente están vinculadas a corazón. Recordar es donde en el pasado pusimos -o perdimos- el corazón. Por lo tanto sólo recordamos lo que nos desafió, condicionó, responsabilizó, lastimó o llenó de orgullo.
Estos recuerdos -buenos y malos- condicionan nuestra expectativa futura. Condicionan más allá de las realidades familiares, económicas, coyunturales y políticas que hacen posible, o no, la concreción de ilusiones.
Es bien sabido que toda expectativa debe nutrirse de paciencia y perseverancia para verla cumplida. El que no sabe prepararse en el proceso, cae demasiado rápido en fantasías irrealizables. En cambios que no fueron madurados y no cumplen con lo esperado.
Reinventarnos con sólidas bases es seguir construyendo nuevas expectativas, y afianzando el futuro.
Philip Hausmann
Director de Hunter Consulting
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